La Ruta de las Caras está ubicada en la provincia de Cuenca, a 9 kilómetros de Buendía, junto al pantano del mismo nombre. Encontramos este museo al aire libre con numerosas esculturas talladas en la piedra.
Historia de la Ruta de las Caras
En 1992 Eulogio Reguillo y Jorge Juan Maldonado comenzaron a tallar en la roca diversas esculturas de temática diferente a través de un recorrido de 1,5 kilómetros. También podemos ver otras muy pequeñas que ni siquiera se nombran en los folletos oficiales. Pero debemos comentar el mal estado de las rocas de los alrededores, ya que hay personas que tallan las rocas con llaves estropeando el lugar.

Cómo llegar
Podemos ir en coche, puesto que cuenta con carretera totalmente asfaltada y parking. Pero la ruta se suele hacer desde la salida de Buendía, recorriendo unos 9 kilómetros en unas 3 y 4 horas..
Esculturas de la Ruta de las Caras
Tras aparcar encontraremos un pequeño merendero y un punto informativo. Comenzamos dicha ruta cuyas primeras caras están muy cercanas unas de otras. La primera que vemos es Moneda de la Vida, la cual observamos un poco mejor desde lo alto de las piedras que tiene enfrente.
Seguidamente, nos encontramos con la Cruz Templaria y Krishna, avatar del dios indio Visnú. Seguimos el sendero para toparnos con las enormes Maitreya y Arjuna. La primera considerado el próximo buda histórico y la segunda es el héroe y maestro espiritual indio tercer hijo de los Padu.
Continuamos por el sendero y nos encontramos con la Espiral del Brujo. Su movimiento rompe el tiempo y el espacio para que sea infinito. Más adelante, en un saliente de una roca, el que parece un personaje salido de una fábula denominado Chemary y que hemos utilizado de portada de este post.
Seguimos por el camino y cada vez nos encontramos las esculturas un poco más separadas. Este es el segundo tramo cuya primera escultura es La Monja. Se llama así por el contorno que rodea su rostro. Por su dirección en la mirada parece que está observando al antiguo mirador de la zona.
Un poco más adelante nos encontramos con una gran escultura, El Chaman. Es el guardián del bosque y su semblante se comporta como si este fuese un espejo asemejándose a quien lo observa. Su talla fue compleja debido a las grietas que presentaba las rocas.
Escondida encontramos a Beethoven, ubicado en un lugar perfecto para escuchar la naturaleza. Su talla aprovecha la forma de las piedras. Un poco más adelante nos encontramos con pequeñas tallas como El extraterrestre, Las Caras de Cristina, el Paleto, Duende Indio, Duende de la Grieta y los Extraños.
Una de las esculturas más bonitas y más fotografiadas es la de la Muerte, la cual mira la salida del sol, quizás esperando renacer. A su lado tenemos un mirador para observar el pantano e incluso bancos para sentarnos y pasar el rato.
No muy lejos de la anterior nos entramos con la Dama del Pantano. Cuando este está muy lleno, las aguas llegan a sus pies y el atardecer golpea en su cara. Un poco más adelante nos entramos con La Cruz del Temple, esta tiene como función la protección de las esculturas.
Para finalizar nos encontramos con la Virgen de Lis, pieza inacabada inspirada en el cuadro de la Almudena de Madrid, y la Virgen de las Caras, inspirada en Nuestra Señora de los Desamparados.
Consejo fotográfico
Disfruta del paisaje y de las esculturas tallada en la roca. Es muy difícil dar un simple consejo, pues hay demasiados encuadres para disparar. Solo disfruta y juega con tu cámara.
Al finalizar el trayecto saldremos a mitad de la carretera. Si hemos venido andado podemos volver camino de Buendía o si hemos ido en coche tenemos que ir a la izquierda para volver al parking con la sensación de haber disfrutado de un gran museo al aire libre.